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15 de Agosto 2016
ANIVERSARIO DE ARGENTINOS JUNIORS
Una Historia “bicha” de fútbol
Escribe: Diego Santonovich
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Un viaje en colectivo puede haber sido motivo suficiente para que naciera un amor. Siguiendo el camino marcado por las palabras del genial Milan Kundera, uno fue descubriendo con el correr de los años que la vida está en otra parte: no casualmente, en un tramo del trayecto de aquel medio de transporte público. “Liniers - Correo Central”, establecía el recorrido de la línea 109 allá por 1975, con paso, claro por La Paternal. Más concretamente, por Juan Agustín García, bordeando la cancha de Argentinos Juniors. Entonces, 28 años de vida en Liniers, más otros siete en Ciudadela, no hicieron más que potenciar la obsesión por ese barrio repleto de plátanos de sombra y casas bajas, con el corazón pintado de rojo y blanco. Pero el amor es más fuerte y la promesa de vivir algún día en La Paternal mitiga la ansiedad, también controlada por las dos o tres visitas por mes, en esas citas obligadas en el estadio Diego Armando Maradona. El Bicho es el cordón umbilical que siempre mantendrá unido a este periodista con La Paternal, amén de alguna que otra actuación carnavalera...

Con Argentinos como estandarte, La Paternal se volvió segundo hogar, después de peregrinar por Villa Crespo, Bajo Flores, Liniers o Caballito. Y vastó que el estadio del Bicho fuera reinaugurado para volver a las fuentes de una vez y para siempre, sin más vueltas por la ciudad, vagando en busca de una localía fuerte. Tanto necesitaba el club sentirse en casa otra vez, que desde aquel reestreno, en diciembre de 2003, los éxitos que se fueron dando confirman la urgencia que tanto los hinchas como dirigentes y planteles sentían por poder actuar en terreno propio. El ascenso de 2004, ganándole una Promoción que se preveía imposible, ante un Talleres de Córdoba que hasta había clasificado para jugar la Copa Libertadores del año siguiente, fue la piedra basal del sostenido crecimiento que se daría en los años siguientes. Y ése, el 2004, fue nada menos que el año del centenario, por lo que en nueve meses el barrio vivió dos fiestas como hacía décadas no presenciaba: la del diciembre anterior, para reabrir el estadio, con todas las figuras surgidas del Semillero del Mundo y los campeones de 1984 y 1985 jugando nuevamente en cancha propia; y la de agosto, para soplar las 100 velitas en un amistoso a campo repleto ante River. Claudio Borghi, conseguiría lo que ni el más fanático Bicho Colorado pensaba que podría lograrse: el tercer título a nivel local, quinta estrella de Argentinos Juniors en su historia, con la obtención del Clausura 2010, que volvió a poner al club en las primeras planas después de 25 años.
Tanta lágrima derramada no merecía quedar en el olvido. Es que, por primera vez, Argentinos Juniors salía campeón jugando en su cancha, con los hinchas recorriendo cada fin de semana Gavilán, Juan Agustín García, San Blas, Boyacá, ya sea para ver jugar al equipo en el Maradona o para juntarse allí o en la Plaza de Pappo para ir en micro a cualquiera de los estadios que los recibieron en una campaña histórica.
Porque Argentinos es La Paternal. Y La Paternal es Argentinos, hoy cumple 112 años. Por eso, en los paredones de la cancha se pueden ver pintadas de los programas partidarios, de hincha particulares, de la Agrupación del Hincha y de varias de las murgas del barrio. Y ahí está el otro berretín que me ata a La Paternal: Cachengue y Sudor, la murga de Arpillera. Que en realidad no ensaya en La Paternal, sino en Villa Crespo, en la Plaza 24 de septiembre, zona a la que hemos denominado Triple Frontera, porque allí confluyen justamente Villa Crespo, Caballito y La Paternal, el barrio al que todos queremos pertenecer. Lo cierto es que entre tantas barriadas murgueras, La Paternal se destaca. Otro punto de conexión con el barrio. Ese barrio que hace 41 años percibí desde un colectivo, el 109, pero no directamente, sino desde el vientre de mamá. Sin tener en la niñez conocidos ni parientes hinchas de Argentinos (ahora sí: Catalina y Marko, mis hijos), cuentan las brujas vecinas que el único motivo por el que me hice enfermo hincha del Bicho y amante distante de La Paternal, fue ese peregrinar de Doña Lili rumbo al consultorio del obstetra que la trató durante el embarazo que terminó en mi nacimiento. Y puede ser. Hoy siento, como dice la canción, que “Paternal es mi barrio, con los Bichitos salí campeón...”.