La Paternal tuvo su representante en los Juegos Olímpicos Río 2016, el boxeador Alberto Melian se quedó en las puertas de conseguir una medalla para Argentina. Con 26 años y su segundo experiencia olímpica (en Londres 2012 fue eliminado e la primer pelea) Melián se presentó en los cuartos de final y en caso de ganar se iba a asegurar una presea debido a que en el boxeo no hay duelo por el tercer puesto.
El vecino del barrio e hincha de Argentinos había debutado con una victoria frente al ghanés Abdul Omar y, luego, se metió entre los ocho mejores al superar al tunecino Bilel Mhamdi pero chocó contra el poderío del uzbeco Murodjon Akhmadaliev, uno de los grandes candidatos al oro en la categoría de los 56 kilos.
Alberto Melián es nacido en Córdoba pero adoptado por La Paternal desde muy chico, cuando puede (en los encuentros internacionales está prohibido) sube al ring con la camiseta de Argentinos Juniors, la misma que se podía ver en las tribunas cuando sus familiares y amigos lo alentaban desde las tribunas de Río en cada pelea del boxeador argentino.
En el Club Scholem Aleijem (actual Sholem Buenos Aires) Melian estuvo becado y ahí practicó vóley y fútbol. También jugó al fútbol en AFA en Ferro, All Boys y Argentinos Juniors y venía bien, pero le tiraba más el boxeo que el fútbol; el papá, Jorge Alberto, era boxeador y siempre lo apasionó ese deporte, cuando era chiquito y su papá salió campeón argentino lo alzó en hombros en el ring y nunca pudo borrarse de ese momento. Recuerda Melian: “Siempre me iba desde la cancha de mi club de fútbol al gimnasio de mi papá y manopleaba mejor que cualquier pupilo de los que él tenía”.
Sobre sus sentimientos hacia el barrio Alberto “Impacto” Melian confiesa: “Siempre caminé el barrio y desde que empecé a boxear alguien se me acercaba y me preguntaba “¿Qué hacés, campeón? ¿Cuando peleás?”, y ya que alguien se esté preocupando por vos y esté prestándote atención ya te llena el corazón, y yo como modo de agradecerles todo eso es que subo al ring con la camiseta de Argentinos. Cuando no me dejan en las peleas internacionales lo que hago es dejarla en el vestuario y que me espere ahí, como una cábala también, y yo siempre digo que es para la gente del barrio que de chiquito me vio caminar y hoy ya me ve crecer. Todos mis amigos son del barrio: porque vamos a jugar a la pelota o por haber ido a la escuela. Cada paso que doy en Paternal lo doy con pasión, porque no sé si el día de mañana voy a estar acá o en cualquier país del mundo lejos de la familia”.