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28 de Octubre 2015
ELECCIONES 2015
La última palabra siempre la tiene el soberano
Fuente: Lic. Mónica Rodríguez
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Seguramente para muchos costó superar la perplejidad de mirar azorados por televisión la celebración de unos, el reconocimiento de manera implícita de la segunda vuelta de otros y la aceptación de la derrota de los candidatos menos favorecidos, sin un solo dato oficial que los avalara; dando por tierra el "acuerdo" que habían pactado con las autoridades electorales de que iban a esperar los resultados del escrutinio provisorio y haciendo sentir al electorado como "convidados de piedra" de una fiesta de la democracia en la que se suponía que la ciudadanía es la protagonista y por lo tanto, la primera en tener derecho a estar debidamente informada con datos fidedignos y fehacientes, antes que los candidatos proclamaran sus posiciones en la tabla de resultados. Obviamente, también llama la atención que en el marco de la República ningún dirigente ni tampoco partido político reclamó la difusión de los datos oficiales que se le debía a la ciudadanía, ni hayan respetado la institucionalidad del sistema que involucró a más del 600.000 personas afectadas a esta votación que trabajaron en pos de darle transparencia al acto eleccionario. Prefirieron manejarse con los datos off de record…
Por supuesto, la contratara de esto pone en evidencia un sistema electoral vetusto y anticuado que está muy lejos de responder con agilidad a las exigencias de la comunicación actual y que impone ser modificado. Un tema que deberá estar como prioridad en la agenda de la próxima gestión.

Los ciudadanos expresaron su mensaje y quizás con toda crudeza quedó demostrado en la provincia de Buenos Aires. Pusieron límites, le quitaron apoyo a "barones del conurbano" que consideran que no responden a las demandas actuales y dieron un voto de confianza a nuevas propuestas que ahora deberán demostrar en los hechos las promesas de campaña, en distritos y en una provincia con profundos contrastes, desigualdades, riqueza y pobreza extrema y con una muy injusta alícuota de coparticipación en un país que se ha vuelto desde el punto de vista de la recaudación fiscal cada vez más unitario. La complejidad allí es quizás el principal desafío a vencer.

A nivel nacional, la sorpresa tampoco ha sido menor. Si bien Scioli logró retener la primera minoría, es demasiado exigua y puso una intensa luz amarilla en sus pretensiones a la primera magistratura, de la misma manera que habilitó una luz verde a Macri para que siga participando en la carrera.
Yace sobre uno de los candidatos el temor de que sea el continuador de un poder que se siga pretendiendo hegemónico, flota sobre el otro contendiente el fantasma de que sea la expresión del llamado "círculo rojo" con una representación sectorial, que ponga en vilo la gobernabilidad en un país en el que aún suena el estrepitoso fracaso de la Alianza (de la cual muchos de sus actores políticos estaban ayer reciclados en el escenario de Cambiemos).

La ciudadanía se ha puesto de pie, ha ejercido su poder soberano y expresó que quiere seguir escuchando a los candidatos para que profundicen sus propuestas, para que nos cuenten no sólo que van hacer sino también cómo lo van a hacer y con quiénes lo van a hacer. Paradójicamente, jugará de árbitro un caudal no menor de electores, casi un tercio, que optó por candidatos como Sergio Massa que logró retener más del 20% de votos, explicitando de manera más o menos clara propuestas para la lucha contra el narcotráfico, el 82% móvil para los jubilados, la quita del impuesto a las ganancias a la cuarta categoría, la necesidad de créditos para la vivienda, entre otros; del Caño (3,44%) que planteó con fuerza las profundas desigualdades y la necesidad de combatir la pobreza; Margarita Stolbizer (2,67%) centrada en la batalla que se debe dar para terminar con la corrupción institucional y Rodriguez Saa (1,88%) que llamó a un acuerdo nacional.
Posiblemente el mensaje de las urnas haya sido que llegó la hora que la clase dirigente se ponga al frente de un diálogo nacional abierto que funde las bases de un proyecto nacional de largo plazo, estableciendo las principales estrategias y políticas que se deben llevar adelante, manteniendo lo que se ha hecho bien para sumarle las asignaturas pendientes en materia económica, social, educación, salud, energía, medio ambiente, seguridad, defensa, justicia, ciencia y tecnología, etc., con el fin de darle a nuestro país un perfil que nos posicione definitivamente hacia el desarrollo sustentable.
Posiblemente el candidato que tenga la capacidad de llamar a este encuentro, de tejer los suficientes consensos y logre convencer a la mayoría de la ciudadanía de que es capaz de liderar estos desafíos manteniendo la gobernabilidad, será el próximo presidente electo el próximo 22 de noviembre.