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6 de Diciembre 2018
CURIOSIDADES PORTEÑAS
Los caranchos se ven cada vez más en la Ciudad
Escribe: Carolina Orrego
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Esta ave de rapiña aparece más en los últimos meses del año, porque es su época de apareamiento. Es cuatro veces más grande que una paloma. Y se adapta bien a la ciudad.

El carancho, un ave que es cuatro veces más grande que una paloma, tiene el pico mitad naranja y mitad blanco, cuello ocre y patas amarillas en forma de garfio. Algunos porteños las identifican como águilas, aguiluchos o halcones. Se las puede encontrar en cualquier época del año. Son rapaces y junto a los gavilanes mixtos son las aves de presa más vistas en cielo porteño.

“Advertirlas habla más de nosotros que del comportamiento de estas aves. Es positivo que la gente se sorprenda al cruzarlas, pero también muestra el desconocimiento, la desconexión que generamos en nuestra vida urbana. La gente de campo no se impresiona ante un carancho y es muy difícil que lo confunda”, dice a Clarín Ignacio Roesler, biólogo, investigador del Conicet y miembro del Departamento de Conservación de Aves Argentinas, una asociación que desde 1916 promueve la protección de estos animales y sus ambientes.

“A veces se cree que la naturaleza está mucho más lejos de lo que realmente está. Los caranchos, por ejemplo, usan para posarse y para anidar las perchas altas de la ciudad”, describe Roesler. Con “percha alta” se refiere a edificios que funcionan, a los ojos de esta ave, como el equivalente de un barranco o una formación similar. Y en muchas ocasiones, la combinación vida silvestre y urbanización llega a imágenes que asombran en su contradicción: caranchos en antenas de celulares.

Claudina Solaro, investigadora y especialista en comportamiento de rapaces en zonas urbanas, explica a Clarín que la razón de que haya caranchos en la ciudad es por su capacidad para adaptarse: “Toleran criar en una antena telefónica, que una persona les pase cerca, los ruidos. Eso ocurre en contadas especies, en general las rapaces -las águilas, algunas lechuzas y halcones- ante un desarrollo urbano se retraen y alejan. Abandonan el territorio”.

El carancho, además, tiene una dieta versátil: puede comer pichones de otras aves, basura, animales muertos, ratas y palomas vivas. Lo que lo vuelve más flexible. “Son oportunistas. Tienen un carácter curioso, también confiado, que les permite aprovechar diferentes recursos alimenticios y al momento de hacer sus nidos usan tanto árboles como estructuras creadas por el hombre”, define Manuel Encabo de la Fundación Caburé-í, dedicada a la conservación y rescate de rapaces.

Gustavo Cabanne de la división de Ornitología del Museo Argentino de Ciencias Naturales suma: “La convivencia del carancho con el hombre en la ciudad es pacífica porque no hay conflicto. Si uno cría gallinas a cielo abierto, en el área rural, sí puede haber problemas porque predan, pero acá hasta son beneficiosas”.

Es un ave que funciona como agente de control de ratas y palomas. Hoy no hay un relevamiento sistemático sobre la población de caranchos en la ciudad. Los números surgen de observaciones plasmadas en la plataforma eBird y en censos particulares de avistadores. “No sabemos cuántos hay, por lo que no podemos comparar si hay menos o más, la tendencia indicaría que sí, pero también la gente mira más al cielo y está más organizada para mirar”, dice ​Simón Tagtachian, a cargo del Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica.

El gavilán mixto es la otra ave rapaz más observada en la ciudad y difiere del carancho en distintos aspectos. Primero, en su familia. Mientras el carancho, proviene del grupo de los halcones, el gavilán mixto lo hace de las águilas. En segundo lugar, para construir nido, jamás recurre a construcciones humanas, sino que siempre arma hogar en árboles, como tipas y araucarias. Además, es un cazador nato.