El alfajor. El dulce de leche. Las huellas dactilares. El bypass cardíaco. El bolígrafo. El semáforo para ciegos. El colectivo. Los dibujos animados. El bastón para no videntes. El dogo. La milanesa napolitana. El tango. El magiclick. El Torino. El sifón drago. ¡Las inventivas argentinas por excelencia! El patrimonio cultural que mejor ha definido nuestro ADN durante años. Iconos de firma "Made in Argentine" cuyo destino no fue informar al mundo en qué coordenadas del mapa nos encontramos, sino "encender la lamparita" de inventores de todo el globo para continuar con el legado. ¡Qué más animoso para el ego argento que ver a un chino saboreando un alfajor, a un ruso viajando en colectivo, a un japonés tocando una milonga, o a un marroquí vaciando un tarro de dulce de leche! Sin embargo, dentro de esa lista de 16 creaciones FOR EXPORT, sólo hoy 2 gozan de ser Patrimonio Cultural de la Humanidad: el tango (declarado en 2009) y, recientemente, ¡El filete porteño!
Nacido a comienzos del siglo XX, en las zonas portuarias de Buenos Aires y repantigado en los lienzos urbanos de época (carros, colectivos, retratos de Gardel y carteles con sabias frases populares), este arte decorativo, de curvas y espirales, de colores vívidos y contrastes, de ornamentación simbólica y picaresca, fue inscripto en la lista del Patrimonio Inmaterial de la UNESCO por el Comité para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial, reunido en Windhoek (Namibia).
Representantes de 23 países fueron los encargados de revisar la postulación promovida por el Ministerio de Cultura porteño de incluir al Filete como imagen icónica de Buenos Aires. "El filete porteño es una técnica pictórica tradicional que combina los colores vivos con estilos tipográficos específicos. Sus realizaciones se pueden contemplar en colectivos, camiones y señalizaciones de tiendas y almacenes.
Esta práctica ha llegado a ser parte integrante del patrimonio cultural de la ciudad y ahora del mundo", confesó la UNESCO.
¿Y qué significa Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad? Para el organismo son todas aquellas formas del arte, costumbres, hábitos y tradiciones que definen el modo de vivir de una sociedad, así como su memoria íntima y colectiva.
El fileteado, de principios del siglo pasado y el actual, se encuadra dentro de esas calificaciones. Entre otros, ya recibieron el reconocimiento la caligrafía china, el círculo de la capoeira, el café a la turca y los castells de España.
En fin. Después de 100 años, logramos que una técnica pictórica y bien arrabalera comience a acuñarse en la memoria cultural del mundo. Y así como fue posible que un chino conozca el alfajor, un ruso el colectivo, un japonés la milonga o un brasilero el magiclick, quién dice que, dentro de muy poco, no veamos por ahí merchandising de la muralla china, el Kremlin, espadas samuráis y del Cristo Redentor, esculpidos de filetes, curvas vívidas y refranes picarescos. Si el arte es la manifestación de lo posible, donde el único límite es el tamaño de la sensibilidad, qué mejor patrimonio que una inventiva termine inspirando a otro. ¡Qué mejor que el filete porteño, ahora le pertenezca al mundo entero!
HISTORIA DEL "FILETE"
El filete porteño es una técnica pictórica popular que tuvo su origen en las zonas portuarias de Buenos Aires, donde los primeros pintores crearon un estilo propio sobre carros de reparto tirados a caballo. Al igual que en el tango, no hay un primer artista ni una fecha exacta que permitan determinar con exactitud el inicio de esta práctica. Sin embargo, muchos estudios coinciden en que fueron tres inmigrantes italianos los que desarrollaron el filete al inicio del novecientos: Cecilio Pascarella, Vicente Brunetti y Salvador Venturo, quienes posteriormente tuvieron como primeros continuadores a sus hijos.
Según Alfredo Brunetti, fue su padre don Vicente quien inició este oficio cuando aplicó un color intenso sobre el color gris municipal que caracterizaba a los carros porteños. Miguel Venturo, hijo de Salvador, fue quien incorporó la mayoría de los motivos que conforman el repertorio típico del fileteado: flores, volutas, hojas de acanto, cintas argentinas, bolitas y líneas muy estilizadas se van combinando con escenas y frases.
La ornamentación remitía mayormente al estilo neoclásico o gruttesco, que era copiada de diferentes elementos decorativos de la época, como: rejas, frentes arquitectónicos, y vidrios decorativos. Los temas preferidos eran retratos de íconos populares (Carlos Gardel y la Virgen de Luján), paisajes de campo y frases acuñadas por la sabiduría popular, que alguna vez Jorge Luis Borges supo definir acertadamente como "costados sentenciosos". Es por ello que el fileteado se hacía no solamente con fines estéticos, sino también como manifestación de los valores socioculturales del hombre de Buenos Aires.
Posteriormente, la técnica adaptó sus formas a los camiones y a los colectivos, pero este colorido pasó inadvertido para la gran mayoría de los porteños. Por otra parte, el fileteado nunca fue valorado entre teóricos y críticos de arte, y la primera exposición que se hizo de esta disciplina tuvo lugar recién en 1970, gracias a una paciente recopilación de trabajos hechos por Nicolás Rubió y Esther Barugel.
Poco después comienza la desaparición del fileteado en los vehículos debido principalmente a una ley nacional de 1975 que prohibía filetear los colectivos en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires. A partir de ese momento, algunos fileteadores comenzaron a pintar carteles, vitrinas y objetos con lo cual el fileteado se desprendió del soporte original (los vehículos) adquiriendo una nueva e impensada autonomía.
En los últimos años, el fileteado se ha convertido en la imagen característica de Buenos Aires, y de la Argentina, constituyendo un producto cultural de fuerte identidad local, como el tango. Hoy en día, puede ser fácilmente reconocible en aplicaciones tales como el diseño gráfico, publicidad, indumentaria, bodypainting y tattoo.