25 de Mayo 2025
25 DE MAYO
Más que una fecha, el inicio de un país
Escribe: Nadia Salva

 

 

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Un 25 de mayo de 1810 cambió para siempre la historia del Río de la Plata. Sin embargo, más de dos siglos después, aún persiste una gran confusión: ¿fue ese el día de nuestra independencia? ¿O simplemente el principio de algo más grande? Hasta hace poco, yo también era de los tantos que se perdían en ese limbo histórico. Hasta que me crucé con dos apasionados del pasado: Jorge Bálteo, profesor de Historia Social en la Universidad de Buenos Aires, y Mariano Lebrel.

La charla fue en un café de barrio, entre cortados, gritos de hinchas de fondo y mi camiseta celeste y blanca disimulada debajo de una camisa de domingo. Con ellos entendí que el 25 de mayo no es una meta, sino el puntapié de un largo proceso: la Revolución de Mayo fue el inicio de nuestra autodeterminación, pero no nuestra independencia, que recién se firmaría seis años después, en 1816.

Argentina, por entonces parte del Virreinato del Río de la Plata, vivía bajo la pesada bota del Imperio Español. Más allá de lo político, lo que realmente asfixiaba era la opresión económica. Las leyes coloniales impedían el comercio libre, y los grandes sectores mercantiles locales –ganaderos, comerciantes, exportadores de cueros y carne– comenzaron a ver en la independencia una vía para liberarse de esas ataduras. No eran románticos revolucionarios los que empujaban el cambio, sino hombres de negocios con una idea clara: sin libertad económica, no hay desarrollo posible.

Con la corona española en decadencia tras la invasión napoleónica a la Península, el virreinato quedó a la deriva. Buenos Aires, aún pequeña en población y territorio, empezó a despertar. La falta de poder local generó un vacío institucional que muchos buscaron llenar. La disputa ya no era solo con España, sino también entre quienes querían mantener el viejo orden y quienes buscaban un nuevo modelo basado en el libre cambio y el autogobierno.

Y entonces sí: llegó el Cabildo Abierto. Aquella jornada que todos recordamos con paraguas y balcones en los manuales escolares fue, en realidad, el resultado de una lucha por el poder. Los sectores comerciales, ahogados por las trabas españolas, empujaron la creación de una Junta propia. Detrás de la frase popularizada —“el pueblo quiere saber de qué se trata”— latía un profundo rechazo al dominio español, y una necesidad urgente de que la política acompañara a la economía.

Mientras algunos impulsaban ideales de libertad e igualdad, otros simplemente buscaban abrir los puertos. Y si bien muchos de estos protagonistas actuaron bajo banderas emancipadoras, también hay quienes sostienen que la Revolución de Mayo fue, en parte, el caballo de Troya del liberalismo británico en América del Sur. Como dicen algunos historiadores, los ingleses habrán perdido militarmente en 1806, pero ganaron en 1810.

En definitiva, lo que se gestó en aquellos días no fue solo una revuelta contra España, sino una disputa por quién tendría el poder de decidir el futuro de estas tierras. Entre carretas, distancias eternas y comunicaciones precarias, se abría camino un país en construcción.

Y hoy, cada 25 de mayo, cuando ondea la bandera y se calienta el locro, podemos entender un poco mejor qué celebramos: el nacimiento de la voluntad de ser libres, aunque todavía quedaba mucho camino por recorrer.