En marzo pasado, el Gobierno nacional disolvió once programas sociales y culturales pertenecientes a la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF), dependiente del Ministerio de Capital Humano. Desde la cartera que dirige Sandra Pettovello se consideró “indispensable la readecuación y unificación de la normativa que implicaba la duplicidad de programas”.
Mediante la resolución 146/2025, se derogaron los programas Espacio Unzué, Espacio Sarmiento, Espacio Crescencia Boado de Garrigós, y Colonia Gutiérrez e Inchausti. Todos ellos se habían creado con el objetivo de promover la convivencia familiar, fortalecer el sistema de protección y promoción de derechos de niños, niñas y adolescentes, y fomentar la corresponsabilidad entre organizaciones públicas y privadas.
El Espacio Crescencia Boado de Garrigós, ubicado en Paz Soldán 5200, en el barrio de La Paternal, fue desmantelado en marzo. Muchos de sus trabajadores y trabajadoras fueron despedidos.
El Garrigós, que este año cumpliría 100 años, funcionó originalmente como un instituto de minoridad, para luego transformarse en uno de los principales espacios de promoción de derechos para la infancia dentro de la SENAF. Allí se alojaban niñas, niños y adolescentes de todo el país. El predio contaba con un auditorio, una biblioteca y una plaza con juegos en los jardines. Se desarrollaban múltiples actividades destinadas a la promoción de los derechos de las infancias, y era visitado por escuelas de la zona que realizaban allí salidas didácticas y recreativas.
Sin embargo, por decisión del Gobierno nacional, el espacio fue cerrado, sus trabajadores despedidos o reubicados, y actualmente se encuentra en estado de abandono. La legisladora por Unión por la Patria, Maru Bielli, recorrió el lugar y denunció su deterioro.
“El Garrigós es un ejemplo de crueldad y abandono. Es un predio enorme y hermoso, con un playón deportivo, espacios para alojar a niños y niñas de todo el país, un auditorio, una gran biblioteca y un parque verde. Era un espacio pensado para las infancias. En marzo, Milei eliminó sus funciones, al tiempo que desmanteló programas de la SENAF destinados a la promoción de derechos, acceso a la cultura, y atención gratuita, entre otros”, expresó Bielli.
“Muchos niños de la Ciudad usaban este predio, al igual que programas que trabajan con chicos de barrios populares. Las escuelas de los distritos vecinos lo utilizaban para actividades extraescolares y recreativas. Desde octubre del año pasado, ningún niño ha vuelto a pisar este espacio”, añadió la legisladora.
Bielli también cuestionó la inacción del jefe de Gobierno porteño: “¿Qué hizo Jorge Macri ante el abandono llevado adelante por Milei en este espacio? ¡Absolutamente nada! Mientras Milei destruye la política de promoción y protección de derechos de la infancia, Jorge Macri mira para otro lado”.
En el predio funcionaba también la Biblioteca Alicia Zubasnabar, especializada en temas de infancia, adolescencia, familia y adultos mayores. Contaba con aproximadamente 12.000 ejemplares, muchos de ellos de gran antigüedad.
Esta biblioteca fue inaugurada en 1976 bajo el nombre de Biblioteca Especializada y Centro de Información Bibliográfica y Documentaria Dr. Jorge Eduardo Coll, en honor a un jurista comprometido con la erradicación de la delincuencia juvenil. En 2015, por resolución del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pasó a llamarse Biblioteca Alicia Zubasnabar, en homenaje a la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
El acervo documental que resguarda es de gran valor histórico, y ha sido fuente de consulta para investigadores, docentes y estudiantes terciarios y universitarios.
Diana Beltramo e Ignacio Ezzaoui son los últimos integrantes del equipo que continúan en funciones. Ezzaoui, militante de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), contó al periódico Tras Cartón que “el organismo sufrió 802 despidos desde diciembre de 2023. La última tanda, de 64 despidos, se concretó el pasado 28 de febrero. Se trata de bajas de contratos, que en los hechos son despidos, porque eran personas que llevaban hasta 25 años trabajando, aunque no fueran planta permanente. Tenían aportes jubilatorios, vacaciones pagas, obra social. Era una pseudo-relación de dependencia, sin indemnización. Y eran, en su mayoría, especialistas en políticas públicas para la infancia”.
A Beltramo le preocupa el destino de los valiosos libros: “¿Qué va a pasar con todos estos volúmenes y con todo el conocimiento acumulado? Teníamos propuestas para trabajar en red con otras bibliotecas y con el Archivo General de la Nación. Estamos buscando alternativas por todos lados para evitar que todo esto termine en un contenedor. Es un tesoro. Esos libros son invaluables”.
Ezzaoui agregó: “Aquí recibíamos contingentes de escuelas. Se realizaban talleres sobre derechos, juegos, salud. También había clases de kung fu, ajedrez, reciclado y apoyo escolar para los chicos del barrio”.
Hoy reina la incertidumbre. Ni el Gobierno nacional ni el porteño han dado respuestas claras sobre el destino del histórico Espacio Garrigós.