8 de Julio 2025
9 DE JULIO DE 1816
Secretos, curiosidades y la independencia que aún se discute
Escribe: Marcelo Corenfold

 

 

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El 9 de julio es una fecha clave en el calendario argentino. Ese día, en una pequeña sala de la ciudad de Tucumán, un grupo de representantes de distintas provincias declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Pero detrás del acto solemne que aprendimos en la escuela, hay hechos curiosos, personajes insólitos y gestos poco conocidos que permiten mirar ese momento con nuevos ojos.

La independencia no fue unánime ni inmediata

Aunque hoy lo recordamos como un día glorioso, no todas las provincias estaban de acuerdo con la declaración. Algunas —como la Banda Oriental (actual Uruguay), Entre Ríos y Santa Fe— no enviaron diputados por conflictos con el poder central de Buenos Aires. Otras, como el Alto Perú (actual Bolivia), ya se habían retirado. De hecho, algunos congresales firmaron días después del 9 de julio, y el acta definitiva se redactó en limpio recién el 19.

¿Qué decía exactamente el Acta?

El texto original declaraba la independencia no solo de España, sino también de "cualquier otra dominación extranjera", un gesto político clave. En un contexto de amenazas imperiales y propuestas de protectorados, fue una manera de afirmar una soberanía total, aunque todavía sin definir del todo el tipo de gobierno que se quería.

La Casa Histórica casi no sobrevive

La famosa “casita” de Tucumán fue reformada y deteriorada durante décadas, y hacia fines del siglo XIX ya no lucía como en 1816. En 1904 incluso se demolió parte de la fachada. Recién en 1941 fue reconstruida con el aspecto que conocemos hoy, gracias a un trabajo del arquitecto Mario Buschiazzo basado en fotografías antiguas. La “casa de la patria”, entonces, también es una reconstrucción simbólica.

¿Y si el rey hubiera sido inca?

Una de las propuestas más llamativas de aquellos años fue la de instaurar una monarquía constitucional con un descendiente de los incas como rey. La idea, defendida por algunos sectores del interior, buscaba integrar culturalmente a los pueblos originarios y unificar el norte con el sur del territorio. La iniciativa fue desestimada, pero revela que la historia de nuestra independencia no fue lineal ni cerrada.

El único retrato del Congreso fue pintado décadas después

El famoso cuadro de la declaración fue pintado por el artista chileno Francisco Fortuny en 1910, casi 100 años después del hecho, con base en documentos y relatos orales. Todos los rostros, la ambientación y hasta la disposición de los personajes fueron reconstrucciones. No existe una imagen real del acto de independencia.

¿Y la independencia económica?

En paralelo a la independencia política, muchos discutían sobre la dependencia económica con Inglaterra, que ya comenzaba a aparecer como potencia dominante. Algunos sectores querían un vínculo comercial estrecho, mientras otros exigían soberanía total.

Sí, hubo un diputado que llegó sin medias

Una anécdota que ilustra el espíritu austero (o descuidado) de algunos congresales es la del diputado Pedro Medrano, quien habría asistido a las sesiones sin medias y en ojotas, debido al calor y la falta de recursos. Más allá de la leyenda, hay consenso en que la austeridad y la precariedad fueron parte del contexto real de la declaración.

La noticia tardó semanas en circular

En 1816, no existían diarios nacionales ni sistemas de prensa rápida. El acta del 9 de julio tardó semanas en llegar a muchas provincias y meses en difundirse por el continente. Fue impresa en varias imprentas y traducida a quechua y aymara para que pudiera ser comprendida en todo el Alto Perú. Un hito federal y multilingüe que rara vez se recuerda.

Conclusión: 1816 y la independencia que sigue en marcha

Hoy, más de 200 años después, la lucha por la independencia no terminó con la firma de un acta: continúa en cada debate sobre federalismo, justicia social, equidad territorial, educación, identidad y soberanía económica.

¿Somos hoy plenamente independientes? ¿O seguimos negociando —explícita o implícitamente— con intereses externos e internos que condicionan nuestras decisiones? ¿Estamos construyendo un país verdaderamente federal o seguimos concentrando el poder en unos pocos?

Aquel 9 de julio fue un acto de coraje en medio de la incertidumbre. Porque la libertad no se decreta una vez, se construye todos los días.
Y quizás el mejor homenaje al Congreso de Tucumán sea preguntarnos qué estamos dispuestos a hacer hoy por un futuro más justo, más soberano y más argentino.