Guillermo Calvo se jubiló tras tres décadas al frente del Centro de Educación No Formal de La Paternal. “Esta escuela fue una subsidiaria del Semillero del Mundo”, dijo en su despedida.
El viernes 14 de noviembre, el Centro de Educación No Formal de la Escuela Provincia de Mendoza, en Juan Agustín García 1511, vivió una jornada con mucha emoción. No solo fue la clásica muestra de fin de año, sino también la despedida de Guillermo Calvo, coordinador de la institución durante 30 años, quien se jubiló dejando un legado imborrable en el barrio de La Paternal.
La velada comenzó con la exhibición de los talleres anuales que caracterizan a la Educación No Formal: yoga, maquillaje social, estética facial, mecánica de bicicletas, manicuría, guitarra, moldería, tango y macramé, entre otros. Los stands fueron recorridos por vecinos, estudiantes y familias que celebraron otro ciclo de logros y aprendizajes.
Con mucha alegría y emoción, Guillermo Calvo tomó la palabra ante una sala llena de afecto: “Hace 30 años estaba acá, dando mi primer discurso como coordinador. Y lo único que puedo decir es gracias: fui muy feliz trabajando acá”. Repasó sus 40 años de vida laboral —que incluyeron trabajar en Volkswagen, ser taxista y luego educador— y aseguró: “No me cansé de aprender”.
“Ahora que me jubilo —continuó—, es dar una vuelta de página. Extraño y no extraño, porque la escuela sigue funcionando. Pero yo fui jugador y fui capitán de este equipo. Y este equipo, de alguna manera, salió campeón 30 años seguidos”.
Como regalo de despedida, sus compañeros —entre ellos Alejandro Vinci y la nueva coordinadora, Florencia Sidelnik— le entregaron una remera estampada con la imagen de un joven Diego Maradona en sus inicios en Argentinos Juniors. Al recibirla, Guillermo confesó: “Cuando empecé a trabajar acá ni siquiera vivía en el barrio. Me enamoré de La Paternal, de su pertenencia, de su identidad futbolera”.
Y agregó, con orgullo: “En esta escuela, con Ricardo y Víctor, empezamos a decir hace 30 años que esto era el Semillero del Mundo. Después los periodistas lo pusieron de moda. Esta escuela fue una subsidiaria”.
Con la camiseta de Maradona en la mano, Guillermo definió a la educación no formal como “un potrero de la educación pública, en el mejor sentido: no un potrero abandonado, sino un lugar donde se viene a jugar y a aprender divirtiéndose. Donde se construyen lazos sociales. Somos un club de barrio metido en una escuela”.
La nueva coordinadora, Florencia Sidelnik, cerró el acto con palabras de agradecimiento: “Guillermo me deja un legado y un camino allanado. Gracias a él pudimos hacer propia la escuela pública, la que está para todos y todas”. Y en un gesto que reflejó la calidez del vínculo construido, añadió: “Hace 13 años que estoy acá. Él vio crecer a mis hijas. Para ellas, es el tío Guille”.
La muestra finalizó entre aplausos, abrazos y la certeza de que, aunque Guillermo deje su cargo, su convicción de que la educación se construye con alegría y pertenencia, seguirá vivo en cada taller, en cada proyecto y en cada vecino que pase por esas aulas.